Julio es el mes en el que hemos decidido hacer un paréntesis. El momento no puede ser más propicio. La reciente expedición a Vilcabamba, en cuya financiación hemos participado, ha regresado con noticias de lo más alentadoras, aunque habrá que esperar unos meses al informe científico, que es el que dará validez a los descubrimientos. Y seguimos con los proyectos que ya tenemos en marcha, por supuesto, alguno de los cuales tiene un plazo de consecución de alrededor de un año. Lo que no haremos, durante una buena temporada, es aceptar trabajos nuevos.
Es pues, buen momento, para parar a pensar y tomar aliento. No es un repliegue, puesto que lo hacemos justo cuando todo parece ir bien. O casi todo, porque ha habido algún proyecto externo, en el que participábamos, que no ha dado los resultados que los impulsores esperaban. Pero hay que asumir que siempre hay fracasos, sobre todo si ciertos elementos claves dependen de terceros (lo cual no quiere decir que nosotros no podamos equivocarnos). Al hilo de eso, nos han surgido nuevas oportunidades y, para no cometer errores, conviene reflexionar sobre ellas.
Esta pausa marca el fin de una primera etapa. Digamos que este primer año de actividad ha sido el de poner a prueba el piloto, el producto mínimo viable. Eso conlleva exploración, validación, pivotaje, aprendizaje.
Así que callamos durante un tiempo, pero no estamos quietos, estamos tomando aire.